Investigadores del IAI identifican restos de caballo americano de más de 13.000 años en Salar de Surire

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Calogero Santoro y Francisco Caro, arqueólogos de la UTA encontraron los restos del caballo de Surire, siendo el registro más al norte y de mayor altura que se ha descubierto en Sudamérica.

América del Sur es bien conocida por su abundancia de depósitos fosilíferos cuaternarios, pero los restos fósiles bien conservados de sitios bien fechados son escasos en el desierto de Atacama y los Andes áridos adyacentes. Es así que un equipo de investigadores de la Universidad de Tarapacá halló los restos de un esqueleto parcialmente completo (46%) de un caballo joven extinto (ca. 3-4 años) descubierto en el Salar de Surire (ubicado en el altiplano andino del norte de Chile (4.250 m snm). 

Las operaciones mineras para la explotación de bórax en el Salar de Surire, expusieron en el 2003 parte de los restos óseos del animal. Esto, motivó que el gerente de Quiborax invitara a un equipo de investigadores de la Universidad de Tarapacá, liderado por el Dr. Calogero Santoro del Instituto de Alta Investigación (IAI), a resolver el misterio del hallazgo de estos huesos de gran tamaño, que no se comparaban con ningún animal moderno de la zona.

Tras la comprobación de que se trataba de un caballo americano, los restos del animal comenzaron un largo viaje hasta su ingreso al Museo Arqueológico San Miguel de Azapa de la Universidad de Tarapacá (Arica). Allí fueron curados y estudiados en profundidad, por un equipo de especialistas conformado por Rafael Labarca, paleontólogo de la U. Austral; Francisco Caro, arqueólogo egresado de la UTA; José Capriles, arqueólogo de la Penn State University, el geólogo Esteban Briones, los paleoecólogos Natalia Villavicencio y Claudio Latorre de la PUC y Calogero Santoro del IAI de la UTA. Los resultados se vertieron en la reciente publicación de un artículo en la revista científica, Journal of Vertebrate Paleontology. https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/02724634.2020.1862132

El caballo de Surire constituye el registro más al norte y de mayor altura que se ha descubierto en Sudamérica. Hallazgos de esta naturaleza son comunes en la Patagonia, por lo que su descubrimiento amplía su distribución geográfica y ecológica. Este caballo americano era de tamaño pequeño, pero de estructura robusta, con una cabeza grande en relación a su cuerpo, y sus patas más cortas lo que lo distingue de los caballos modernos. Se puede estimar que el caballo de Surire murió cuando tenía menos de 5 años y pesaba aproximadamente unos 350 kilos. Estos animales se extinguieron en la zona altoandina, como en todo el continente americano poco después que este ejemplar muriera. 

Respecto a este importante descubrimiento para la historia de la edad del hielo en el Desierto de Atacama, el Dr. Calogero Santoro, indicó que, “junto con la identificación de la especie, se pudo establecer, con cierta exactitud, que el animal habría habitado el salar hace unos 13.000 años atrás; época que coincide con una declinación en los regímenes de lluvia, lo que trajo como consecuencia la desecación de la laguna y su transformación en un ambiente pantanoso y peligroso para este joven caballo que posiblemente quedó enfangado, lo que finalmente le habría causado la muerte. A continuación, fue cubierto por sedimentos lacustres, y luego por agua en la medida que la laguna recuperó su nivel durante una última fase pluvial”.

En ese contexto geológico, el investigador de la UTA, explicó que, “los restos óseos del caballo se preservaron excelentemente bien hasta el presente. En la época del caballo de Surire, pequeños grupos de cazadores recolectores se expandían por los ecosistemas más diversos de Sudamérica, incluyendo los ambientes andinos, como el altiplano chileno. Este espécimen, sin embargo, no murió por mano humana quienes hicieron de esta especie una de las presas favoritas hasta que se extinguieron. Dicho de otro modo, no encontramos restos arqueológicos asociados al esqueleto, por lo que técnicamente se trata de un hallazgo paleontológico”.

Junto con la identificación de la especie, se pudo establecer, con cierta exactitud, que el animal habría habitado el Salar de Surire hace unos 13.000 años atrás; época transicional de reducción de las precipitaciones. Consecuentemente, la laguna se transformó en un bofedal o turbera, un ambiente pantanoso y peligroso para este joven caballo que posiblemente quedó enfangado, lo que finalmente le habría precipitado su muerte. A continuación, fue cubierto por sedimentos lacustres, y por agua en la medida que la laguna se recuperó durante una última fase pluvial (13,000 a 10,000 años atrás aproximadamente). En ese contexto geológico, los restos óseos del caballo se preservaron excelentemente bien hasta el presente.

“Esto podría servir para levantar otro tipo de valoraciones de estos paisajes, comúnmente ansiados como fuentes de recursos económicos cuya explotación, a escalas magníficas, están haciendo que este desierto sea cada vez más seco, alcanzando niveles posiblemente nunca generados por los factores climáticos que han gobernado las crónicas condiciones de híper aridez del norte de Chile. En otras palabras, el desierto no sólo es una fuente de riquezas mineras, cuyos dividendos retornan marginalmente a las regiones que las proveen, sino también una ventana al pasado que debería ayudar a cambiar la relación del centro del país con estos paisajes aparentemente agrestes y desolados del extremo norte de Chile”, destacó el Dr. Calogero Santoro.

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