Ventanas al pasado, ventana al futuro

Compartir en facebook
Compartir en twitter
Compartir en whatsapp
Dr. Sergio González Miranda, Premio Nacional de Historia 2014, Diario La Estrella de Iquique, edición 12 de marzo de 2021.

“Las ventanas al pasado nos dicen que en esta región solo tuvimos políticas frustradas de desarrollo”.

Los historiadores -a través de los archivos y otras fuentes- abren ventanas al pasado y lo hacen como observadores omniscientes, porque conocen hasta los detalles de lo que vendrá. Por ejemplo, ellos sabían que el optimismo que tuvieron los iquiqueños en 1871, debido a que la industria salitrera daba sus primeros frutos, sería breve: al año siguiente llegaría al gobierno el presidente Manuel Pardo y, con el afán de favorecer a su círculo de banqueros limeños, aplicó el estanco salitrero en 1873 y después la expropiación de esta industria en 1875. Posteriormente, ya bajo el estado chileno, la economía salitrera volvió a alzar vuelo, entonces el optimismo regreso a las calles de Iquique. Sería breve: los intereses de grupos de poder santiaguinos llevaron al país a una guerra civil, donde las primeras batallas se libraron en Tarapacá, y todo sería penuria, excepto para los vencedores.

Esas pequeñas ventanas al pasado nos abren intersticialmente una ventana al futuro. Hoy ha vuelto el optimismo respecto del buen momento que enfrenta la minería del cobre, a tal punto que se ha comenzado a discutir sobre la conveniencia de un nuevo royalty; no sabemos si ello se ejecutará, pero sí sabemos que el beneficio de esta minería no echará raíces en nuestra región, porque los intereses nacionales (léase santiaguinos) estarán siempre por sobre los intereses regionales. Lo que sabemos es que el ciclo del cobre concluirá en algunas décadas y no tenemos aún un proyecto alternativo. Los poderes centrales siempre han justificado los impuestos para implementar políticas nacionales de desarrollo, lo que está teóricamente muy bien, pero las ventanas al pasado nos dicen que en esta región solo tuvimos políticas frustradas de desarrollo durante el ciclo del salitre: proyectos de regadío de la pampa del Tamarugal que nunca se concretaron, un ferrocarril a Bolivia que no se construyó, una universidad de la minería que jamás existió, etc. Durante el ciclo del cobre ni siquiera hemos tenido un sueño.

Con el esperado proceso descentralizador en marcha ¿deberíamos esperar que los beneficios de la minería se regionalicen? ¿Podría la nueva Constitución Política cambiar el curso de la recurrente y cíclica historia centralista de nuestro país? Si abrimos las ventanas al pasado para revisar anteriores constituciones, podríamos concluir que nuestro optimismo debería ser breve.

Cerrar menú
X