¿Qué sucede con la ciencia en Chile?

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"En Conicyt se discutió recurrentemente la importancia de tener institutos especializados".

Dr. Sergio González Miranda, Premio Nacional de Historia 2014, diario La Estrella de Iquique, edición viernes 15 de enero.

El sentido común dice que, debido al inefable coronavirus, hemos valorado a la ciencia y tecnología (C y T) mucho más que antes. Vemos en la C y T ya no solo a los motores del desarrollo nacional, sino que tienen las clave para salvar vidas, organizar la sociedad y proteger el medio ambiente. Lo anterior debería ser un consenso transversal en países que -como Chile- tienen un desarrollo incipiente en C y T. Consenso que debería tener por finalidad apoyar a las instituciones nacionales dedicadas a la C y T, para que en algún momento no dependamos de los países centrales, no solo respecto de vacunas, sino en todo el amplio campo del quehacer científico y tecnológico. En Conicyt se discutió recurrentemente la importancia de tener institutos especializados en C y T en las distintas macro-regiones de nuestro país, con financiamiento de largo plazo. Sin embargo, todavía en medio de la pandemia de marras, en Chile estamos observando con interés una polémica relevante que está escalando: Se han pronunciado críticamente Agrupaciones de universidades como la AUR; el rector Ennio Vivaldi, entre otros; el exvicepresidente de Corfo Eduardo Bitran; científicos, entre ellos, la presidente de la Academia Chilena de Ciencias, M. Cecilia Hidalgo, y Francisco Martínez Concha, decano de Ciencias Físicas y Matemáticas de la U. de Chile; etc.

Se trata de una licitación de CORFO para otorgar el Instituto de Tecnologías Limpias (ITL), el mayor Centro en I+D (investigación y desarrollo), planificado para el Norte Grande, con el propósito de desarrollar tecnologías basadas en energía solar e hidrógeno verde, etc. Todo indicaba que el ganador sería un consorcio de universidades chilenas (ASDIT), que reúne a 11 universidades públicas y privadas, y 16 centros de investigación, en alianza con empresas privadas, como la Asociación de Industriales de Antofagasta. Sin embargo, ¡sorpresa!, se la adjudicó la Associated Universities Inc. (AUI), un consorcio de universidades norteamericanas, de alto prestigio, con tres universidades chilenas privadas, y la universidad de Atacama. El ex subsecretario de Economía, Tomás Flores, señaló que el problema es la situación financiera de las universidades chilenas, “en cambio, universidades como Harvard y el MIT, del consorcio chileno-norteamericano, han logrado crear cuantiosos fideicomisos que ponen sobre la mesa en proyectos de largo plazo” (El Mercurio 13/01/21 A2). ¡Sin comentarios!

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