Como un simple observador de lo que acontece en el mundo y en nuestro país, constato una mayor tensión entre el miedo y la libertad. Esto me trajo a la memoria uno de los primeros libros que leí como estudiante universitario, donde se establece una relación entre sociología y psicoanálisis, titulado “Miedo a la libertad” de Erich Fromm. Este autor trataba de explicar la emergencia del nazismo, régimen del que fue testigo. Señalaba que, al término de la guerra, predominaron dos explicaciones sobre ese régimen: la primera, cuyas causas serían exclusivamente económicas o políticas. La segunda, donde las causas serían psicológicas o psicopatológicas, que describían a Hitler como “un loco o neurótico, y sus adherentes como individuos dementes o desequilibrados”. Erich Fromm, finalmente, integra estas dos explicaciones, al señalar que el fenómeno tiene factores económicos sobre una base psicológica.
Resulta evidente que la elección realizada este martes en Estados Unidos está siendo leída desde esas disciplinas, donde la figura de Donald Trump comienza también a ser analizada por factores sicológicos y psicoanalíticos, sobre la base económica, política y sociológica que caracteriza a ese país.
Erich Fromm habla de una evasión de la realidad que facilitaría la llegada de líderes políticos autoritarios al poder. Evasión que es, en definitiva, un miedo a la libertad y a la democracia. En Chile el pasado 25 de octubre, los ciudadanos superaron los comprensibles miedos al cambio social y no se evadieron de la realidad del país: optaron por cambiar a la Constitución Política del Estado. No puede haber mejor demostración en nuestro país que tenemos una democracia y una ciudadanía sanas. Confío que tendremos nuevos líderes que no vendrán desde el sillón del psiquiatra.
Lo que dejó en claro esa demostración cívica del mes recién pasado es que la sociedad chilena necesita un cambio estructural para dar un salto al desarrollo. John Dewey afirmaba que la amenaza más seria a la democracia está en nuestras propias actitudes y en nuestras instituciones, y no en factores externos. Por ello, debemos siempre preguntarnos: 1. ¿desde dónde provienen nuestros miedos y, 2. cuáles son las instituciones que nos ayudarían a superarlos? El 25 de octubre esas preguntas se relacionaron con la desigualdad social, la primera, y la constitución política, la segunda.
“Confío que tendremos nuevos líderes que no vendrán desde el sillón del psiquiatra”.