Uno de los debates que sobrevendrán cuando pase la pandemia del coronavirus será sobre el futuro de las universidades, que han vivido meses de cambios de en las formas de enseñanza, con aumento en las deserciones y dificultades financieras, que afectan en buena medida al conjunto de la sociedad chilena.
En primer lugar, todo indica que el uso de las tecnologías para las clases a distancia llegaron para quedarse. Esto implica un gran desafío, que es doble. Por una parte, en algún momento regresarán las clases presenciales y la formación persona a persona que son tradicionales en las universidades desde su nacimiento hace casi un milenio. Por otra parte, es necesario valorar el potencial que tienen las conferencias a distancia, que podrían tener una proyección tanto en clases a nuestros alumnos como en actividades de extensión y servicio a la comunidad regional.
Un segundo aspecto es la compleja situación económica que están viviendo las instituciones, asociado a los problemas nacionales de crisis y aumento del desempleo, que se expresa en una mayor deserción estudiantil (con el riesgo de perder talentos) y en dificultades financieras de las instituciones. Esto debe llevar a pensar soluciones transitorias y también permanentes que permitan mantener una educación de calidad y con recursos suficientes, que reviertan estos momentos complejos, por el bien de Chile y del sistema universitario.
Esto nos obligará a hacer un análisis muy riguroso acerca de los problemas actuales de los estudiantes –y de la eventual reinserción de quienes han desertado este 2020– y de las instituciones, así como del compromiso efectivo del Estado para enfrentar esta crisis inédita y de proporciones impensadas. Solo un trabajo conjunto permitirá salir adelante e iniciar una recuperación necesaria para el país.
Dr. Emilio Rodríguez Ponce
Rector
Universidad de Tarapacá
