“La Tirana va mucho más allá de los bailes en la plaza”

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El doctor en Historia que se desempeña en la Universidad de Tarapacá, Alberto Díaz, explica que la festividad involucra devoción y tradición, valor que se reactualiza cada año y que no descansa cuando finaliza un 16 de julio. Diario La Estrella de Iquique, edición Domingo 14 de julio.

Alberto Díaz Araya, director de Investigación y Posgrado de la Universidad de Tarapacá y que tiene un postdoctorado en Historia Religiosa de la Università di Roma La Sapienza, ha invertido buena parte de su vida profesional en el estudio de las fiestas, desde el punto de vista histórico y antropológico. Sin embargo, a ello se suma que viene de una familia que cultiva la tradición de los diablos sueltos en La Tirana. “Yo bailo de diablo suelto y es una tradición que intento de mantener. Entonces, uno a veces es científico y otras veces un danzante. Entonces intento investigar esta fiesta desde la vivencia, como cultor y bailarín”, expresa el académico. En ese contexto, entrega su mirada de una de las fiestas religiosas más populares del norte del país, que congrega a miles de personas actualmente en el poblado.

Dr. Alberto Díaz Araya, Universidad de Tarapacá.

-A su juicio, ¿cómo se configura la fiesta de La Tirana, que cada año congrega a miles de personas?

-La fiesta en el poblado de La Tirana no solamente congrega a mediados del mes de julio a peregrinos, devotos, bailarines, músicos , sacerdotes, en fin, sino que también a investigadores y curiosos que son atraídos por esta manifestación la cual involucra dos elementos que no se pueden distanciar. Uno es la devoción y el otro es la tradición. En tal sentido se han hecho una serie de trabajos explicando desde un punto de vista teológico cómo se constituyen las devociones, las múltiples devociones que contiene la celebración de La Tirana. Entonces cabe advertir desde las ciencias sociales que no todo es devoción, existe el otro componente que es la tradición, en la cual nos vamos a encontrar con la presencia de variados actores que tanto ayer como hoy reeditan en la fiesta devociones y costumbres en común. Y en eso hay elementos que son indígenas, mestizos afrodescendientes, pampinos y de una variedad de culturas, por lo tanto para quienes somos nortinos La Tirana comprende una complejidad mayor, más allá del destello multicolor que posee la fiesta en sí misma.

-¿Cómo se podría evidenciar ese carácter complejo que tiene esta fiesta religiosa?

-La Tirana va mucho más allá de los bailes en la plaza, o sea, está el templo y su explanada, pero aparte de aquello las mujeres y hombres nortinos sabemos que la fiesta arranca al finalizar una, inicia el año anterior cuando comienza todo el proceso de buscar recursos, no solamente para los que pertenecen a las cofradías o bailes religiosos, sino que todos los que asistimos; buscar recursos, pedir permiso en el trabajo, ver las vacaciones de los niños, programar con amigos o familiares el viaje, conseguir un lugar donde llegar. Hay una preparación que hace que la fiesta se amplifique en diferentes lugares, la fiesta se vive en las casas, los campings, en el monte, que son espacios privados donde también se vive la tradición tarapaqueña.

-¿Por qué una festividad como esta se vive de manera tan arraigada en el norte del país?

-Siempre nos hemos quedado con la imagen de la fe y la piedad religiosa que hay en La Tirana y de eso hay miles de investigaciones. Ese es el componente devocional, pero el otro componente que es la tradición es un continente de múltiples manifestaciones que están dispersas pero que cuando vas a La Tirana se reactualiza. También se reactualiza la memoria, entonces cuando uno va a La Tirana no tiene problema de llegar a una pieza pequeña, dormir solo en colchones y estar con diez o quince personas todos compartiendo pasando frío o calor. La idea es juntarse con las personas que no ve durante todo el año, incluso familiares, pero en la fiesta cambia esa posición. Te encuentras cara a cara con un otro que también es miembro de tu comunidad y en la cual se activa una memoria comunitaria de largo aliento, porque empiezan a recordar momentos con los abuelos cuando el pueblo era de tierra, saben que a medianoche del 15 (de julio) hay que ir a la víspera, saben que los Indios Sioux van a bailar con fogata, saben que hay diablos sueltos.

-Al parecer la tradición continúa igual pero, ¿la fiesta ha cambiado lo institucional?

-El Estado, la Iglesia y sus agentes son los que han introducido mayores modificaciones a la festividad, ya sea regulando el peregrinaje, los horarios, el tipo de vestimentas, que a tal horario hay misa y ahí no se puede bailar. Ese disciplinamiento viene del Estado, la Iglesia y sus agencias y son quienes han modificado y han hecho cambios en la puesta en escena del rito festivo de La Tirana. En contrapunto están los feligreses, pero ellos no necesariamente creen en la Iglesia, pero sí en la “Chinita”, mantienen otras prácticas culturales que no necesariamente tienen que ver con estas normas o disciplinamiento. Entonces hay diferentes carriles donde fluyen las tradiciones en La Tirana, por un lado los cambios se han hecho, aunque siempre ha habido cambios y por otro lado están estas viejas costumbres que se van reactualizando constantemente.

-¿Por qué La Tirana marca tanta devoción en contraposición a un acto oficiado por el Papa, como en enero de 2018 en Iquique?

-La pregunta es por qué no lo hicieron en La Tirana y ahí hubieran asegurado 200 mil personas. Hay una devoción a la Virgen de La Tirana y desde el siglo XVIII, indígenas, mestizos, afrodescendientes, pampinos y migrantes se congregaban en el santuario de La Tirana. La idea de santuario es que gente dispersa se congrega ritualmente una vez al año. Eso no significa muchas veces que compartamos la visión o perspectiva que tiene la Iglesia como institución. Cuando la Iglesia predica piedad y fe está bien, pero por otro lado la tradición dice que muchos son devotos de la “Chinita”, no necesariamente porque me lo diga la Iglesia.

-¿Cómo visualiza el porvenir de la festividad?

-La fiesta goza de muy buena salud, o sea, más de 200 bailes, más de 200 mil asistentes, miles de reportes periodísticos, además de investigadores, hacen que esta reedición de devoción y tradición permiten que las nuevas generaciones vayan incorporando en su repertorio cultural cómo mantener y transformar la fiesta y lo van a seguir haciendo. La fiesta va a seguir incorporando elementos, porque lo que se hizo ayer ahora se va a ir acomodando.

“Intento investigar esta fiesta desde la vivencia, como cultor y bailarín”

“La Tirana comprende una complejidad mayor, más allá del destello multicolor que posee la fiesta”

Fuente: http://www.estrellaiquique.cl/impresa/2019/07/14/full/cuerpo-principal/10/

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