Investigador UTA y su equipo lideran proyecto que busca dilucidar si el uso de manganeso en prácticas de momificación pudo generar envenenamiento crónico de las poblaciones Chinchorro

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Esta cultura que data de hace más de 7.000 años es estudiada y resguardada por la Universidad de Tarapacá, institución que tuvo un rol relevante en que los asentamientos y Momificación Artificial de la cultura Chinchorro fuera declarado Patrimonio Mundial ante UNESCO en 2021.

El manganeso es un mineral potencialmente neurotóxico y las antiguas poblaciones Chinchorro lo explotaron ampliamente, refinándolo y utilizándolo como colorante negro para ornamentar los cuerpos de los difuntos durante el proceso de momificación.

Según los investigadores, la continua explotación del manganeso causó un impacto importante en la salud de la población Chinchorro por la sobreexposición continua a este mineral, ya fuese por inhalación de partículas del polvo o por contacto a través de la piel durante su manipulación.

Para contrastar esta hipótesis, investigadores de la Universidad de Tarapacá estudian colecciones arqueológicas y bioarqueológicas del Museo Arqueológico San Miguel de Azapa. Además, como parte de la metodología estudian varias matrices analíticas para cuantificar el nivel de este mineral bioacumulado en los tejidos de las momias, así como la pureza y toxicidad del manganeso empleado en la momificación.

La investigación tiene como objetivo estudiar el grado de toxicidad y bioacumulación del manganeso en las poblaciones Chinchorro a causa de su uso recurrente en las prácticas de momificación artificial.

Esto, a través del proyecto “El color de la muerte: El uso ancestral del manganeso y el posible envenenamiento crónico de las poblaciones Chinchorro en el desierto de Atacama”, el cual cuenta con el apoyo del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt N°1210036), el que es liderado por el Doctor en Antropología Física, Bernardo Arriaza, quien pertenece al Instituto de Alta Investigación (IAI) de la Universidad de Tarapacá (UTA).

Arriaza explicó que se han recopilado muestras de fragmentos de hueso de las momias chinchorro y que mediante equipos especializados se analiza la presencia del manganeso.

Los coinvestigadores del proyecto son Leonardo Figueroa, del Departamento de Química UTA; Vivien Standen, del Departamento de Antropología UTA; y Juan Pablo Ogalde, del IAI UTA. En este trabajo participan también los profesionales de la Universidad Mariela Santos, Natalia Aravena, Arnoldo Vizcarra, Jannina Campos, Camila Contreras, Susana Monsalve y Raúl Rocha. Además, colabora Martin Reich (Departamento de Geología, Universidad de Chile), mientras que, internacionalmente se suma el investigador Dulasiri Amarasiriwardena (Hampshire College, MA, USA). Y recientemente la destacada científica en el área de la Bioarqueología e investigadora de la Universidad de Otago, Nueva Zelanda, Dra. Sian Halcrow, quien se encuentra en Arica, durante dos semanas, para trabajar con Arriaza, quien es director del Centro de Gestión Chinchorro UTA, además de ser uno de los principales gestores de que la Cultura Chinchorro haya sido denominada patrimonio de la humanidad por Unesco.

Sobre la visita de la investigadora neozelandesa, Arriaza señaló que “con ella, hemos ido a ver los sitios Chinchorro y editamos dos trabajos en inglés para enviarlos a revistas especializadas con algunos resultados obtenidos a la fecha”.

Por su parte, Halcrow indicó que están “investigando el uso y consecuencias del manganeso en las poblaciones Chinchorro del Desierto de Atacama. Estamos analizando los datos recolectados hasta el momento y escribiendo unos trabajos para revistas científicas. Todo va muy bien, muy productivo e interesante. He conversado con algunos investigadores en el Instituto de Alta Investigación y están haciendo increíbles trabajos de investigación”.

Sobre la Cultura Chinchorro

Desde hace más de 7.000 años hasta el presente, los yacimientos arqueológicos de la tradición cultural Chinchorro que se ubican en la Región de Arica y Parinacota, norte de Chile, conservan un contexto cultural y natural que considera un Valor Universal y Excepcional (VUE) de una sociedad cazadora y recolectora marítima hoy desaparecida, y que expresó la trascendencia ante la muerte mediante la práctica de momificación artificial más antigua de la humanidad que se tenga registro hasta el día de hoy.

Los sitios arqueológicos de la cultura Chinchorro se ubican en las desembocaduras de los únicos ríos activos del desierto de Atacama, los cuales funcionaron como verdaderos oasis en medio de un paisaje caracterizado por su híper aridez.

Aproximadamente entre 7.000 y 3.000 años atrás los Chinchorro establecieron, entre terrazas costeras y laderas de cerros, sus asentamientos, profundos conchales y cementerios. Estos se ubicaron a lo largo de la costa del desierto de Atacama desde llo, en el Perú, hasta Antofagasta en el norte de Chile.

Se han realizado estudios científicos sobre esta cultura por más de 100 años, estableciéndose que Chinchorro correspondió a un grupo de cazadores, pescadores y recolectores que se diferenció de otras poblaciones, por desarrollar una compleja tradición de momificación artificial de sus muertos. Este tratamiento mortuorio se inició con la intervención de lactantes y nonatos en Caleta Camarones (7.500 años atrás), pasando luego a momificar a gran parte de sus muertos sin distinguir edad o sexo.

En específico, para el caso de Morro-1 presente en los faldeos del morro de la ciudad de Arica, son tres los tipos de momificación artificial que se lograron establecer gracias a la diversidad y cantidad de cuerpos exhumados, siendo el tipo momias negras el más antiguo (entre 7.500 y 5.000 años atrás), mientras que los tipos momias rojas y momias vendadas son contemporáneas entre sí (entre 5.000 y 3.000 años atrás). Asimismo, se considera como cuerpos Chinchorro otros tipos de tratamientos de inhumación como las denominadas pátinas de barro, cuyos cuerpos se encuentran embarrilados con esteras de fibra de totora y la aplicación de capas de pigmento sobre la piel.

A nivel social no se ha logrado identificar quién ejecutó el proceso de modificación corporal. Sin embargo, se ha llegado a establecer que su organización social se basaba en unidades familiares nucleares, agrupadas en pequeñas bandas que no superaban los 30 individuos con una expectativa de vida no mayor a los 40 años de edad.

Entre las características más destacables de los Chinchorro –que se conjugan con su compleja visión de la muerte– se encuentra: la inhumación de sus muertos en cementerios colectivos, el régimen de sedentarismo, su tecnología de pesca y recolección marina altamente especializada reflejada en artefactos de fina factura, la captura de especies marinas de profundidad y caza de grandes mamíferos marinos sin contar con embarcaciones o medios de flotación.

El rol de la UTA

En 2017 el Ministerio de Bienes Nacionales otorgó a la Universidad de Tarapacá la concesión gratuita, hasta 2037, de una serie de predios con el objetivo de desarrollar investigación y planificar actividades que tienen por fin resguardar y poner en valor la evidencia arqueológica Chinchorro presente en dichos terrenos. Así, el equipo liderado por el Dr. Bernardo Arriaza, y los profesionales Iván Astudillo, antropólogo social; y Jannina Campos, arqueóloga, trabajan desde el Centro Gestión Chinchorro UTA.

La misión del Centro es ejecutar el plan de manejo que proporcione cuidado, conservación y difusión de los sitios arqueológicos que existen dentro de los terrenos nombrados anteriormente. Según los antecedentes aportados por investigaciones científicas, el sector del faldeo norte del Morro de Arica se reconoce como un lugar de ocupación donde los grupos Chinchorro hicieron uso desde hace más de 5.000 años, logrando diferenciar áreas domésticas y extensos cementerios.

Los terrenos dados en concesión se localizan en la ladera norte de los faldeos del Morro de Arica. El primero de estos se denomina Estanques de Agua Colón, ubicado en la intersección de calles Colón y Héroes del Morro; mientras que el segundo corresponde a las Reservas Arqueológicas N°1 y N°2, ubicadas en calle Iris Carrasco. Ambos predios forman parte del Bien nominado en el Expediente “Asentamientos y Momificación Artificial de la cultura Chinchorro” para ser incluido dentro del listado de Patrimonio Mundial ante UNESCO.

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