Las lecciones de mayo

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Sergio González Miranda, Premio Nacional de Historia 2014, Diario La estrella de Iquique, edición 17 de mayo 2021.

Los grandes cambios políticos y sociales, aquellos que los historiadores califican de momentos de inflexión, suelen ser resultados de guerras, revoluciones, golpes de estado, es decir, tienen por factor común el conflicto. Los quiebres estructurales que surgen del conflicto social no necesariamente son saltos hacia adelante en el desarrollo de las sociedades, incluso pueden ser resultado de movimientos reactivos a procesos de profundización de la democracia, como han sido generalmente los golpes de estado en América Latina. Es por lo anterior, que los cambios profundos que han sido resultado de procesos eleccionarios tienen una importancia especial. En Chile hemos tenido algunos momentos clave en que la ciudadanía ha logrado no solo profundizar la democracia a través de las urnas, sino también intentar alcanzar objetivos o sueños colectivos sobre el país se desea. Quizás podríamos destacar los siguientes hitos del siglo XX: en 1920, con la emergencia de Arturo Alessandri Palma; en 1938 con la coalición del Frente Popular; en 1964 la Democracia Cristiana y su revolución en libertad; en 1973 la vía chilena al socialismo o la revolución con sabor a empanadas y vino tinto; el plebiscito de 1988 que posibilitó el retorno del camino democrático en Chile con las elecciones presidenciales de 1989.

Las elecciones de este fin de semana tienen características particulares, que podrían transformar al país, profundizando la democracia y disminuyendo la brecha estructural de la desigualdad territorial, económica, educativa y cultural. Podría ser el primer momento de inflexión del siglo XXI.

Cada una de las papeletas que tuvieron en sus manos los electores expresan características específicas, que revisaremos más adelante, antes es importante señalar que la ciudadanía ha tomado conciencia de que la soberanía radica en las personas y la soberanía es sinónimo de poder real, por lo mismo, exigen un mayor abanico de candidatos y candidatas, para transferir su soberanía o poder a quienes mejor les representen, y no a las mismas figuras, personajes o políticos conocidos. La exigencia de paridad de género es una reivindicación solo equivalente a la aprobación del voto femenino en 1934 y que se expresó en una elección presidencial en 1952.

Hay un cambio estructural en estas elecciones que surge del propio desenvolvimiento de la sociedad, son las nuevas generaciones de votantes producto del natural cambio generacional. Lo novedoso es que los jóvenes han superado el retraimiento y la desconfianza y, como lo demostraron el 25 de octubre pasado, se han expresado, moviendo el péndulo de la política nacional.

Las papeletas de alcaldes y concejales posiblemente no expresarán cambios importantes en los resultados, porque se trata de elecciones a escala local, donde el conocimiento personal es más relevante que la militancia política. Además, quienes están en el poder municipal tienen ventaja. Esta elección es la más cercana a las personas, pero en un mundo intercomunicado global-local, los municipios tienen ahora desafíos de más proyección, como hermanar ciudades de países distantes.

La papeleta de gobernadores fue novedosa y la menos destacada por los analistas santiaguinos, sin embargo, para más de la mitad de la población que habita las regiones del país fue una elección clave. No solo por primera vez votó en Chile, un país históricamente centralizado, por la máxima autoridad regional, sino es el primer paso a una efectiva descentralización. Los gobernadores serán el balance del poder central. El gobernador de la región metropolitana se transformará en una voz alternativa a la presidencia de la república. Posiblemente, otros gobernadores serán también presidenciables.

Las papeletas de los constituyentes y de pueblos indígenas, expresan los sueños de quienes ya fueron a votar en el plebiscito. Se trata de una elección por el futuro, las constituciones son marcos normativos para definir el destino de una sociedad, no pueden expresar la coyuntura. Los 155 constituyentes tendrán que cultivar la empatía, la tolerancia y la capacidad de ponerse en el lugar del otro, sin abandonar los propósitos que les motivaron a postularse.

Será interesante ver surgir de ese grupo corrientes de pensamiento que luego sean recogidos por la sociedad, como aquellos relacionados con la defensa del medio ambiente y el patrimonio, el respeto por los pueblos indígenas y la perspectiva de género, la democracia y la participación social.

“Las elecciones de este fin de semana tienen características particulares, que podrían transformar al país”.

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