“lquique es un lugar con profunda historia”, sentencia el doctor y magíster en Antropología, Alberto Díaz Araya. Este profesor iquiqueño asegura que la ciudad posee las herramientas y voluntad comunitaria para la conservación del patrimonio local, más allá del conocimiento que entregan las aulas.
– ¿Iquique es un lugar con patrimonio?
Claro que si, Iquique es un lugar con una profunda historia que contiene atributos patrimoniales, tanto materiales como inmateriales. Más allá de calle Baquedano, existen otros lugares comunes donde el patrimonio se materializa en fachadas legendarias, templos, barrios como en prácticas ceremoniales o culturales al festejar en las calles o en las playas, en los cánticos, mudanzas y creencias nortinas y tarapaqueñas.
– ¿Cómo se imagina el futuro patrimonial local, en cuanto a conservación y proyectos que lo definan?
Iquique, y las instituciones y agentes dedicados con seriedad al tema patrimonial, podrían transformar a la ciudad en un epicentro patrimonial, permitiéndonos acercarnos a la memoria social y a la herencia histórica de nuestras culturas e identidades; pero para eso, primero es necesario realizar investigaciones con equipos de especialistas en patrimonio, que aún son escasos en la región, que permitan desarrollar proyectos multidisciplinarios de conservación, que contengan certezas de estudios previos y propuestas para concretar restauraciones y conservación de edificios patrimoniales, sobre la base de profesionales comprometidos con nuestra región que trabajen con seriedad.
– ¿Cómo incluimos a la ciudadanía en el cuidado patrimonial?
La Educación Patrimonial es ciertamente fundamental. Como Universidad de Tara paca, hemos organizado una serie de talleres y seminarios gratuitos para la ciudadanía regional, tanto en lquique como en los pueblos del interior. No basta solo con generar conocimiento en las universidades; sino que hay que llevar dichos antecedentes a todos los sectores de la sociedad, socializando datos o perspectivas, pero también aprendiendo de los saberes profundos que las mujeres y hombres nortinos poseen sobre su patrimonio.
A la ciudadanía hay que involucrarla con sus múltiples patrimonios, ya sea aquellos que se localizan en museos o en edificios antiguos, como en las manifestaciones de nuestras costumbres en común expresadas en la gastronomía, en los versos y cánticos, en sonoridades, coreografías o historias que dan cuenta de una riqueza patrimonial que es necesario conocer, valorar y proteger desde las mismas poblaciones. Con el baile el Cachimbo y la historia andina y pampina se ha avanzado en este tema.
El caso del templo San Francisco es un buen referente del trabajo articulado con la ciudadanía. Pero aun hay que seguir trabajando con mayor energía y creatividad.
– ¿Tenemos herramientas para ser ejemplo en el cuidado histórico de nuestra zona?
Tenemos patrimonios, que se han conservado en parte por acciones comunitarias, iniciativas personales o por la preocupación de algunas instituciones. Sin embargo, aún falta generar estrategias y planificación sobre el cuidado histórico de la región. El patrimonio regional no se acaba en la plaza Prat o en calle Baquedano. Hay una serie de edificios abandonados,desprotegidos, descuidados, y aquello se evidencia al pasar y ver sus fachadas. Hay tareas pendientes.
Para transitar a convertirnos en una ciudad patrimonial, debemos generar investigaciones, además de proyectos de conservación, gestión y restauración que se logren materializar con fluidez con el apoyo del Estado, articulándose siempre con las voces y requerimientos de la ciudadanía regional, la cual debe empoderarse sobre su historia regional, siendo ellos quienes administren y cuiden sus patrimonios.
Fuente: http://www.estrellaiquique.cl/impresa/2018/12/01/full/edicion-especial/46/