El concepto de Desarrollo en Ciencias económicas y Sociales tiene tantas definiciones como teóricos han reflexionado acerca de él. Es un concepto heredado de la Grecia clásica y de la noción occidental de Progreso y a él sobrevienen ciclos económicos, eras de industrialización, guerras y en el siglo 20 comienzan las escuelas teóricas y foros internacionales a hablar de Desarrollo en su amplio espectro. Y ahí nos encontramos desde la noción tradicional de Desarrollo económico más duro que refiere a volúmenes y producción de bienes y servicios, hasta conceptos como Desarrollo Humano de Naciones Unidas, que ecuaciona esperanza de vida, educación y producto interno bruto.
Para nosotros, en tanto ciudadanos de a pie, el desarrollo que nos impacta a diario tiene que ver con una sensación objetiva, pero a la vez subjetiva de bienestar. En lo material accedemos regularmente a bienes y servicios y estamos “bien porque tenemos”. Y en lo espiritual, pues desde nuestra visión de mundo nos damos la posibilidad de redefinir nuestro ser y “estamos bien por lo que somos y no por lo que tenemos”. Una conjunción más armónica entre lo espiritual y material, debería darnos equilibrio justo.
Más allá de posturas teóricas, de organismos internacionales o políticas públicas, al parecer no habrá Desarrollo en Chile si no hay educación de calidad, salud garantizada, empleo regular y digno, respeto al medio ambiente, freno a las desigualdades en su amplio espectro, inclusión y por sobre todo cultura, pues desarrollo sin cultura es como crecimiento sin alma.
Y expresamente señalo que si el país no se atreve a invertir en ciencia y tecnología de manera decidida, estaremos siempre añorado el progreso que nos heredó la Grecia clásica de 2000 años atrás.
Entonces, ¿Para qué hablar de Desarrollo?.
Sergio Medina Parra
Antropólogo