El Rector de la Universidad de Tarapacá (UTA), Arturo Flores, asumió el cargo en julio del año 2014, tras cumplir una larga trayectoria en diversas funciones dentro de esta institución de educación superior. A tres años de haber sido electo, este Doctor en Matemáticas, quien fuera también uno de los fundadores de la UTA, se refiere al desarrollo que ha tendido la casa de estudios en los distintos ámbitos del quehacer universitario y a las disposiciones que -a su juicio- debiera considerar el proyecto de ley sobre Universidades del Estado, para un desarrollo estructural de las instituciones regionales, en particular aquellas que se ubican en zonas extremas.
¿Qué dificultades ha tenido que enfrentar la Universidad de Tarapacá, como institución de educación superior ubicada en una zona extrema?
Su posicionamiento en una zona extrema del país, indudablemente, conlleva dificultades en diversos aspectos de la labor universitaria. Por ejemplo, los costos de transacción suelen ser más elevados; por otra parte, la permanencia de académicos de calidad es mucho más difícil. Indudablemente, contratar un especialista en las regiones del centro del país resulta más fácil que hacerlo en una zona extrema.
Como un efecto asociado a las tendencias de mercado y centralistas que han predominado en el desarrollo de la educación superior chilena, tampoco es fácil retener a los jóvenes que obtienen los mejores puntajes de la región, y que teniendo los recursos emigran al centro del país. Nuestra universidad está orgullosa de los estudiantes que la prefieren, pero el hecho que, emigren tanto buenos alumnos, como luego profesionales, refleja, en alguna medida, los desequilibrios y distorsiones del sistema en su conjunto.
Usted es uno de los fundadores de la Universidad de Tarapacá, por lo que conoce muy bien la historia de esta institución desde que fue creada, en 1981. ¿Cómo logró crecer la UTA, en el contexto de un modelo de educación que no optó por el fortalecimiento de las universidades públicas?
Efectivamente, soy fundador de esta institución que nació producto de la fusión de las ex sedes Arica de la Universidad de Chile y de la Universidad del Norte. También, como se ha dicho, sabemos que el modelo que se impuso en la educación pública y que imperó en ese entonces, buscó desarticular y debilitar a las universidades públicas. Estas instituciones derivadas “nacieron muriendo”, dado que a partir de su creación se les redujeron los aportes del Estado en más de la mitad. Sin embargo, a pesar de las circunstancias adversas, creo que nuestra Universidad y, particularmente, sus autoridades, a partir del año 1994, supieron “leer” con inteligencia, proyección y sensibilidad académica las características del “mercado universitario” imperante (literalmente mercado).
En este contexto, desde aquella época el fortalecimiento de nuestra Universidad se basa en el establecimiento de un proceso de dirección estratégica participativo, que tiene su expresión en el Sistema de Dirección Estratégica (SDE), que hasta el día de hoy orienta las acciones de desarrollo en todos los ámbitos y labores propias de la UTA.Esto se realiza con las actualizaciones y reorientaciones necesarias para cada período estratégico que, favorablemente, en mi concepto, han coincidido en el tiempo con los requerimientos de acreditación institucional. Este hecho marca una dirección inequívoca en nuestro desarrollo universitario en cada quinquenio. Por otro lado, ha sido reconocida a nivel nacional la calidad de su cuerpo académico con más del 80% de posgraduados con una identificación institucional sobresaliente.
¿Cuál ha sido el modelo de gestión que ha permitido a la UTA desarrollar un alto nivel de investigación científica en el país?
A partir del año 2007, nuestra Universidad está acreditada en el área optativa de la Investigación. Para ello, con anterioridad, la UTA creó una unidad que integró a académicos investigadores en diferentes áreas que tenían una gran productividad científica en proyectos y en publicaciones de corriente principal (ISI en la época), con el propósito de sustentar la investigación en nuestra institución y, naturalmente, procurar una sinergia entre las diversas áreas del conocimiento que ellos representaban.
Esa unidad, llamada Instituto de Alta Investigación, fue el soporte de la investigación en la UTA por bastante tiempo. Posteriormente, la contratación de doctores, con las dificultades ya señaladas, amplió sustantivamente la productividad y la calidad de la investigación que desarrollan las facultades y escuelas universitarias, con lo cual se consiguió acreditar nuevamente esta área en el año 2012.
Además, se deben destacar los incentivos que la UTA ha dispuesto, a través de financiamiento interno, tanto para fortalecer la productividad de publicaciones, como para apoyar el desarrollo de líneas de investigación, que una vez consolidadas, han logrado competitividad para acceder a financiamiento externo a nivel nacional. Creo que en este ámbito del quehacer universitario es necesario destacar que el Premio Nacional de Ciencias Naturales del año 2016, el Dr. Francisco Rothhammer Engel es académico de nuestra Universidad, a la cual también se han integrado el Premio Nacional de Historia 2014, Dr. Sergio González como también la Dra. Ligia Gargallo, Premio Nacional de Ciencias Naturales 2014.
¿Cómo describiría la excelencia académica e inclusión en la UTA?
Esta pregunta apunta al gran desafío de la masificación de la educación superior: en qué medida la formación de estudiantes que no ingresan a las universidades de elite – como se plantea en los términos del teórico Martin Trow – pueden acceder a una formación profesional de excelencia. Si bien la crisis de la educación superior chilena ha sido planteada fundamentalmente, desde el punto de vista del lucro de instituciones privadas y el endeudamiento de los estudiantes, una consideración esencial de la misma crisis ha sido la expansión en la cobertura a costa de la calidad. Mucha discusión hay al respecto sobre esta tensión entre masificación y calidad y cómo resolverla.
La Universidad de Tarapacá enfrenta este desafío, a través de la definición de propósitos claros para la docencia, formulados en un modelo educativo que promueve la autonomía del estudiante. La implementación de estos propósitos se lleva a cabo, a través de los currículos, mecanismos de apoyo de los alumnos y la capacitación de los académicos en docencia universitaria, haciendo seguimiento sobre los resultados de progresión de los estudiantes.
Volviendo a la discusión sobre la calidad nos parece que una dimensión clave para lograr articular excelencia con acceso masivo consiste en contar con departamentos académicos que forma en la disciplina o profesión, incorporando la capacidad de crear conocimiento a través de la investigación. Ahí radica la gran diferencia entre replicar un modelo de educación menos selectiva con respecto a la educación superior tradicional o de elite, y formar estudiantes con capacidad de crear y gestionar conocimiento. De esta manera, la educación superior es capaz de combinar formación profesional con la promoción del liderazgo e influencia que finalmente los titulados de la Universidad ejercen en la sociedad regional.
¿Qué medidas especiales considera necesarias de incluir en la Ley sobre UES del Estado, para resguardar el crecimiento de la Universidad de Tarapacá?
A mi juicio, este proyecto de ley toca aspectos esenciales para el desarrollo y fortalecimiento del sistema de universidades estatales, especialmente, en cuanto a la implementación de una perspectiva sistémica para su gestión, promoviendo iniciativas de colaboración entre las instituciones y con los organismos públicos. Desde nuestra perspectiva, la colaboración con las universidades del Estado es esencial para la implementación de proyectos nuevos, que implican la instalación de capacidades, tal como ha ocurrido con la creación de la primera Escuela de Medicina de la Región de Arica y Parinacota. Asimismo, el trabajo en red con Ues del Estado ha sido crucial para la puesta en marcha de proyectos de alto impacto, como el Ayllu Solar que, con el trabajo de académicos de universidades estatales del centro y norte de Chile, promueve el desarrollo sustentable a través de la energía solar.
Como aspectos que pueden incluirse o relevarse en el proyecto de Ley, sin duda, se requiere un mayor reconocimiento al rol que las universidades regionales tienen en el desarrollo de sus territorios. En esta medida, una perspectiva sistémica, como la que promueve el proyecto de ley, debiera proyectar de manera más explícita el rol que las universidades regionales tienen en consolidar polos de desarrollo en sus respectivas zonas, a través de la trasferencia tecnológica, de promoción de la cultura, o el fortalecimiento de la formación de profesores.
Nos parece, además, que la principal condición de calidad de las universidades depende de la conformación de cuadros académicos productivos en términos de docencia e investigación, situación que suele poner en desventaja a las instituciones regionales, haciendo necesaria la creación de incentivos para la renovación de los académicos en estos espacios, los cuales podrían plantearse a nivel país, como un estímulo para el fortalecimiento de las universidades de zonas extremas.
Se ha señalado que las Ues situadas en zonas extremas deben contar con recursos permanentes estipulados por ley ¿Cuál es la relevancia que tiene este punto para resguardar el crecimiento de la institución que usted dirige? ¿Qué requerimientos cubriría un financiamiento basal en las distintas áreas del quehacer de la UTA, como son la investigación, docencia, y vinculación con el medio?
Recursos especiales para las universidades ubicadas en zonas extremas reflejarían la voluntad pública de promover el desarrollo intelectual y científico en estos lugares. En tal medida, no se trata de recursos compensatorios. Su fortalecimiento es una opción de política pública, para el desarrollo equilibrado del país. No es un misterio que el funcionamiento y desarrollo institucional está condicionado por la lejanía con el centro del país, incrementando costos, dificultando la renovación de cuerpos académicos, y en general, sufriendo los efectos de un centralismo que tiende a poner a las universidades estatales en la periferia. A pesar de ello, en casos como nuestra Universidad, o de la Universidad de Magallanes, ubicadas en zonas extremas, se ve el progresivo desarrollo académico, la formación de los profesionales de las regiones, el involucramiento con el progreso del territorio, y el creciente fortalecimiento de la investigación con énfasis en asuntos de impacto regional. Recursos especiales indudablemente que contribuirían a fortalecer estas tendencias.
Un financiamiento de este tipo podría apoyar el despliegue y consolidación de aspectos clave que, en general, reflejan la inequidad de un sistema centralizado, como por ejemplo, la capacidad de renovar los cuerpos académicos con docentes que también investigan; el fortalecimiento de la docencia para contextos menos selectivos y con mayor vulnerabilidad social; el desarrollo global del sistema educativo, a través de la formación de profesores; el fortalecimiento de la capacidad de transferencia tecnológica, etc. Se trata, como reconoce la misma ley, de fomentar la excelencia y el conocimiento público en un marco de equidad territorial.
¿Cómo ve usted la idea de crear un sistema en red de la ues del Norte Grande como han planteado algunos parlamentarios?
Sin duda que es una buena idea. En general, el sistema estatal ha venido avanzando de manera más integrada, en particular a través de las redes del CUECH, que se han enfocado en los aspectos de gestión con buenos resultados. Creo que es necesario consolidar las prácticas de vinculación académica y movilidad de estudiantes. En tal medida, la conformación de áreas de investigación y desarrollo en temas de evidente interés común al norte del país, como la disponibilidad y uso del agua, el cultivo en zonas desérticas, la energía solar, la pesca, migraciones, entre otros, pueden reportar un beneficio de largo plazo al país. Es claro que la red de universidades estatales a lo largo del país representa un potencial aún no explotado para la integración y desarrollo territorial.
¿Qué objetivos desearía haber cumplido una vez que finalice su actual mandato?
Nuestra Universidad ha progresado mucho en las últimas dos décadas, a través del compromiso colectivo con planes de desarrollo que establecen metas compartidas de mejoramiento y aporte al desarrollo de la Región. Al concluir mi periodo dejaremos un paso más hacia adelante, logrando completar el sistema de dirección estratégica que se implementa desde 2011 a 2017, y generando una nueva carta de navegación con la participación de la comunidad para el ciclo 2017-2022.
Los resultados asociados a estos avances exhiben, por ejemplo, un 91% de nuestras carreras acreditadas, resultado que, en perspectiva comparada, representa la mayor proporción de carreras acreditadas dentro del sistema universitario. Asimismo, hemos implementado un modelo educativo propio, adecuado a los estudiantes que recibimos, dirigido a formarlos como profesionales autónomos, con compromiso social y orientados al mejoramiento continuo. Naturalmente, espero que estos avances nos permitan lograr también un buen resultado de acreditación institucional.
Cuando usted asumió como rector de la UTA señaló que uno de sus objetivos es transformar Arica en una ciudad universitaria. A tres años de este hecho, ¿cuál es su visión al respecto?
Creo que ha habido avances interesantes. Recientemente, el Consejo Regional ha aprobado un proyecto PEDZE (Plan Especial de Desarrollo para Zonas Extremas) para construir el Museo Regional Antropológico en San Miguel de Azapa, lo que representará un aporte tremendo para la promoción de un patrimonio humano milenario, conformado por la Cultura Chinchorro. Este tipo de espacios conforman una interface entre la universidad y la cuidad, considerando también que los campus en Arica son, también, espacios abiertos para toda la comunidad.
Hemos dado especial énfasis, además, a consolidar la vinculación con el medio, a través de centros de extensión, elencos de arte, y centros especializados de vinculación asociados con la transferencia tecnológica y proyección social de parte de las facultades. Asimismo, hemos llevado adelante acciones de vinculación realizadas a nivel académico, -derivadas de investigaciones-, prácticas de estudiantes, publicaciones, y prestaciones de servicio, que en total acumulan más de 200 mil interacciones con personas y beneficiarios de la ciudad, demostrando que la idea de ciudad universitaria se recrea en la práctica.
En otro orden, la creación de nuestra carrera de medicina ha permitido atraer estudiantes que no son de la región a estudiar a Arica; así como también, regularmente recibimos alumnos de los países vecinos. Estas tendencias, aunque no de la misma magnitud como las “ciudades universitarias” que existen en el centro del país, permiten pensar en un sistema de educación superior estatal que en el futuro fomente el desarrollo de nichos a los cuales concurran estudiantes y académicos de diferentes latitudes del país.