La especie humana se diferencia de la especie animal por el manejo de un sistema de signos y símbolos llamado Lenguaje, que es donde se significa la particularidad con la cual los seres humanos construyen sociedad y conviven procesando sus diferencias. En el lenguaje, pilar de la comunicación humana encontramos al vehículo transmisor de la Cultura, y es ahí donde aprendemos a entender que la maravilla del lenguaje define mundos y constituye realidades, pero a su vez las modifica y reconfigura.
En los tiempos que corren los compromisos entre el Estado, el mercado y el ciudadano y los discursos que transcurren entre el decir y el hacer, se han visto tensionados fuertemente y han generado crisis de confianzas. Se cuestionan a las elites y se levantan relatos y demandas sociales diversas porque la palabra empeñada se desdibuja, y las acciones que la riman no se condicen con el bien común. El mundo de hoy, interconectado y frenético demanda coherencia entre el decir y el hacer.
En la Universidad encontramos ese mundo, que sin ser un espacio exento de complejidades como cualquiera, recrea cerca de lo óptimo esa pluralidad de micromundos que constituyen el Universo que habitamos. Se respeta y valora la palabra, pues ella es el vehículo por esencia transmisor del conocimiento y del saber científico. La palabra se valora, pero a la vez se honra cuando se despliega coherente y vigorosa en el papel y en el discurso que verbalizamos a diario.
Ahora bien, no sólo en la Universidad se debe valorar la palabra. sino que en la sociedad en general debemos aprender a cumplirla, respetarla y honrarla. Y así disfrutar de esa configuración de realidades, tal cual nos enseña Neruda en el hermoso Poema 20 cuando nos dice con genialidad: “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.
Sergio Medina Parra
Director de Extensión y Vinculación
Universidad de Tarapacá
