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Juan Carlos Bussenius y la ética en la sociedad del conocimiento |
El filósofo, ex académico de la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas, y encargado de la Pastoral de la Universidad de Tarapacá, actual vice director del Centro de Espiritualidad Ignaciana, dictó en Arica tres charlas relacionadas con la ética, al equipo directivo, académicos, funcionarios y alumnos de la Universidad, y también a los servicios públicos de la ciudad.
En la Casa de Estudios Superiores, en la que trabajó once años, el sacerdote jesuita conversó de lo humano y lo divino.
¿Cómo fue su vida en la Universidad de Tarapacá?
Llegué el año 92, tratando de reemplazar al padre John Henry, bastante irremplazable, y seguí trabajando por alrededor de once años. Fue una muy buena experiencia, un buen desafío, porque enseñar ética no resulta a veces muy fácil. Armamos un equipo con distintos integrantes, la Pastoral fue un lugar donde podíamos reflexionar, apoyarnos, crecer como personas y también en la fe.
¿Cuánto vale la ética en esta vida desarrollada, donde el conocimiento es prioritario en muchos aspectos?
Desde mi fragilidad, desde donde estoy, creo que es una toma de conciencia de la realidad que hoy día estamos viviendo. Cada vez más se nos han ido oscureciendo muchos valores, hoy día estamos más competitivos, más individualistas, más consumistas, por lo tanto, viviendo bastante para sí mismos y nos cuesta abrirnos a la necesidad de estar con otros y de ayudarnos. La solidaridad hoy día está bastante de capa caída, entonces me parece que tomar conciencia, despertar, creer que es posible, trabajar ciertos valores y jugarnos por ello, vale la pena, y más en la institución que estamos, no solamente entregando conocimientos. La universidad es un lugar donde uno va formando no sólo la mente sino también el cuerpo, el espíritu, creo que plantear el tema y creer que es posible, tener ciertos valores hoy día es un desafío urgente.
¿Cual cree que es el valor transversal en el ser humano que no debería dejar de habitarnos?
No sé si hay uno, pero la necesidad hoy día es una ética de alteridad, la necesidad de estar con otros, de ponerse en el lugar del otro, y también de ver que es importante lo que le está sucediendo al otro, sobre todo cuando está con dificultades y está pasándola mal.
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Dictó tres charlas en la Universidad de Tarapacá |
¿Qué le ocurre cuando ve las noticias y no hay donantes de órganos y existe una violencia patente?
Creo que es penoso y muestra un tipo de sociedad que no solamente está en Chile, sino que desgraciadamente casi en nuestra sociedad occidental, en la cual hay un crecimiento en muchas áreas del conocimiento… en la tecnología, hoy día estamos mucho más conectados, hay menores índices de pobreza, etc, tenemos muchas cosas positivas, pero ese desarrollo no está aparejado al desarrollo valórico, a veces es un crecimiento tumoral, entonces uno dice: yo tengo tantas cosas, ¿pero es solamente eso?. Esta sociedad del consumo muchas veces también, como decía Tomás Moulian en el libro “El consumo me consume”, me consume el alma finalmente. Los índices hoy día de enfermedades psicológicas, psiquiátricas, han aumentado mucho en Chile porque sostener este ritmo de consumo tiene sus costos afectivos, familiares etc.
¿Qué valor tiene el poder político económico y social?
Justamente esa es la pregunta ética, el poder, el dinero, son fundamentales, el problema es cómo yo administro eso.
¿Y Ud. cómo vive como sacerdote, con equilibrio en el dar y recibir?
A mí me entusiasma, creo que donde se puede hacer un poquito de luz es bueno, pero no fácil, ahora me puse a estudiar un Magíster en Psicología Clínica en la Universidad Adolfo Ibáñez, porque me parece que muchas de estas problemáticas son bastante más complejas y tienen que ver con asumir las propias cuotas de fragilidad que tenemos. Hoy día nuestra sociedad también nos plantea el exitismo, el triunfo, el tener más, pero no nos enseña para nada cuando fracasamos, el fracaso es propio del ser humano, nos va a tocar en algún momento. Yo hablo personalmente de una iglesia realmente muy frágil, muy desprestigiada, con muchas carencias, pero no nos acostumbremos que las cosas son malas, sino que es posible, a lo mejor, hacer algo más provechoso para el ser humano y esos son los valores.
¿Como se enfrenta la soberbia de las personas?
Aunque suene frase cliché, pero la vida tiene muchas vueltas, por ejemplo, una iglesia que alguna vez se creyó con mucho poder, con mucho prestigio, hoy día es bastante más desprestigiada, más débil y más frágil. Entonces saber también que hay que tener cuidado porque en algún momento nos vamos a enfermar o tener alguna dificultad y necesitar del otro. Si yo he estado siempre muy por encima voy a terminar solo o sola, como a veces les pasa a las personas que son muy egoístas, muy pendientes de su propio poder.
¿Se ha cuestionado su vocación?
Cuestiones profundas no, pero sí en algún momento cansancio, por ejemplo, hoy día lo que estamos viviendo en la iglesia es muy complejo, creo que la iglesia se recluyó mucho a sí misma y no ha sido la voz de los que no tienen voz como se perfiló hace algunos años, sobre todo en las situaciones difíciles de ese entonces. Muchas veces se ve una iglesia muy replegada, indudablemente que eso no entusiasma, entonces con toda mi fragilidad, también siendo jesuita, tratamos de estar y poder aportar a que este país tenga más valores. Hablo desde la fragilidad, desde los cansancios que tenemos, pero por eso mismo creo que es posible seguir avanzando y hacer un poco de luz, quizás cuando uno está más oscuro necesita la luz…
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