Función social de las universidades



SEÑOR DIRECTOR:

En los medios se ha dado un debate de mediana intensidad sobre el rol de las universidades. Se acusa, por ejemplo, que la promesa de profesionalización ha encontrado un coto de crecimiento producto de una masificación irracional de la matrícula.

En una línea similar, otros participantes en el debate público subrayan que la inversión en investigación es clave para consolidar instituciones de educación superior a la altura de los nuevos retos de la sociedad del conocimiento y hacer crecer el PIB.

En ningún caso este es un debate exclusivamente nacional. Estas discusiones recogen cuestionamientos globales sobre la función de las universidades, en una época en que su relevancia intelectual y, a la vez, social debe una y otra vez justificarse. Este movimiento, si bien puede parecer trivial, es altamente significativo: solo aquello que ya no se da por sentado requiere justificación, dando cuenta de una progresiva, pero decisiva, crisis en la valoración social de los aportes del sector.

En este escenario de incertidumbre es que adquiere cada vez más relevancia la función social de las universidades. Dicho término, además de recoger el necesario aporte comunitario al territorio, bajo una lógica idealmente bidireccional, incluye los aportes de las instituciones a las trayectorias de vida de las personas, y a la construcción de la cohesión social.

En este contexto, las universidades estatales son esenciales. En ellas se siguen encontrando mayormente “los distintos”, y se construye capital social puente. El desafío entonces, para el aseguramiento de la calidad de la educación superior en Chile, es aportar a modelar estas experiencias en aquello que le compete, y cumplir con las altas expectativas de la sociedad sobre su rol.

Carolina Ulloa, Universidad Arturo Prat

Julio Labraña, Universidad de Tarapacá

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